jueves, 23 de abril de 2009

Algunas reflexiones

En la época de poscrisis, el modelo económico capitalista adopta unas características bien distintas a la del modelo keynesiano característico de la posguerra. En el mismo sentido en que se produjo un tránsito hacia otros modos de entender la economía, también el desarrollo se empieza a concebir de manera distinta. Sin embargo, no es hasta la experiencia de Emilia Romaña cuando se implanta con fuerza un nuevo modelo de desarrollo. El desarrollo ya no se entiende a partir de la industria, sino a partir del territorio. En estos territorios las PYMEs pueden ser agrícolas, industriales, de servicios o de cualquier sector y se articulan de manera flexible para lograr ser más competitivas y erigirse como actores del desarrollo territorial. Este modelo se ha llevado a cabo en lugares como Lyon o Cambridge y es el modelo de desarrollo adoptado y fomentado por la Unión Europea.
En España, la Comunidad Valenciana ha copiado directamente con éxito el modelo de Emilia Romaña desde los años 80, a partir de sectores tradicionales muy asentados en el territorio como la cerámica o el sector textil. Desde el sector público se impulsó el IMPIVA para gestionar las políticas públicas, los fondos públicos y ejercer de consultoría con el objetivo de fomentar la mejora competitiva y la innovación. Además, se crearon redes institucionales de servicio a las redes empresariales de PYMEs y parques tecnológicos que se encargan de la gestión de la tecnología mediando entre las universidades, los centros de I + D, etc. y el sector empresarial. Hay distintos institutos dentro del territorio según el sector, que comparten sus fondos de manera solidaria en función del déficit o el superávit de cada uno.

Occidente recetó aplicar este modelo en Latino América, pero no se tuvieron en cuenta las características culturales, históricas, etc. de los territorios ni se consideraron las restricciones al desarrollo endógeno y las consecuencias fueron negativas. Si algo se ha aprendido es que, aunque se haga de buena voluntad, no se puede ir desde el mundo desarrollado a otros países recetando modelos de desarrollo, sobre todo, cuando lo que se entiende por desarrollo puede ser muy distinto.

Para una última reflexión, recomiendo pensar sobre los modelos de desarrollo que se vienen pensando en otros lugares. Hoy he conocido las palabras Sumak Kawsay y suma qamaña, que significan “buen vivir” en quechua ecuatoriano y en aymara. No conozco mucho al respecto pero he visto por el google algunos artículos con buena pinta.

sábado, 21 de marzo de 2009

La crisis en España y el cambio de modelo productivo

Estos últimos días estamos asistiendo al intento (y básicamente éxito) de la patronal de congelar o reducir los salarios en España (La UE también ha dicho que ya ha hecho suficiente gasto público, así que la tendencia parece clara). Yo sigo pensando que si “los de arriba” no adoptan alguna forma de keynesianismo y de redistribución de la renta, no sabemos dónde podemos acabar. No consigo ver cómo bajando la capacidad adquisitiva de las clases populares, va a recuperarse la economía. Ésta solamente puede remontar si la mayor parte de la sociedad puede volver a consumir y, sin embargo, la tendencia es a poner algún parche y a continuar con políticas neoliberales. No sé si creen que empobreciendo más aún a la sociedad, las empresas acumularan más capital y, de alguna manera, en el futuro podrán hacer que la economía se recupere. La verdad que no le veo la lógica, pero es que no sé que estará pensando esta gente.

Hoy, el economista Juan Torres comentaba la crisis en España, los salarios y el problema de raíz. Dice Torres que España, al pertenecer a la unión monetaria no puede utilizar el tipo de cambio para poder rebajar sus productos en el exterior para poder ser más competitivos. O sea, primera opción cancelada. El problema de España es que al contrario que otros países como Alemania, produce y exporta productos con poco valor añadido. Aunque todos los países tienen problemas, diversas industrias “ofrecen calidad, diseño y tecnología mientras que los que nosotros vendemos tienen mucho menos valor añadido y por eso tenemos que hacerlos atractivos gracias solamente a su precio”.

Es decir, que uno de los mayores problemas de España es el patrón productivo. Al no cambiarse y no poder devaluar se ha optado por la contención de los salarios. ¿Es esta la mejor solución? Para la mayor parte de la sociedad resulta obvio que no. Transcribo unos párrafos del artículo:

Si efectivamente sigue especializada en productos de bajo valor añadido, en servicios de baja productividad, en bienes pobres sin más atractivo que ser baratos... no nos quedará más remedio que competir a través de los precios y, en consecuencia, imponer salarios cada vez más bajos.

(…) quienes afirman que lo que necesita la economía española es moderar más los salarios lo que están proponiendo no es mejorarla sino mantenerla en una situación de dependencia, de deterioro y de empobrecimiento relativo y a medio plazo.

La solución no puede venir por ahí, precisamente, porque este patrón es el que tiene una gran parte de culpa de que la crisis en España se esté manifestando con un mayor coste en términos de desempleo, de desigualdad y de pérdida de actividad productiva y empresarial.

De hecho, es al aceptar ese principio de mantenimiento de nuestro patrón productivo cuando se deduce, como hace Krugman, que España no puede hacer nada sino esperar a que Europa se recupere.

Si nos limitamos a moderar los salarios como desea los sectores torpes de la patronal y como defienden quienes están a su servicio estaremos hundiendo más aún el mercado interno y serán las propias empresas, sobre todo pequeñas y medianas, quienes sufrirán en mayor medida sus demoledores efectos negativos en los próximos años, además de los propios trabajadores, lógicamente.

La mejor alternativa a la crisis es un pacto de rentas orientado a generar recursos para la reconversión productiva, para recapitalizar nuestra economía, para generar mucho mayor capital social, para ampliar el mercado interno, para crear condiciones que permitan que nuestro patrón productivo se base en la generación de valor añadido y no solo en el abaratamiento de la mano de obra.

La mejor respuesta a la crisis, la más efectiva que puede darse en estos momentos es incrementar los salarios, principalmente los indirectos y los diferidos que están vinculados al capital social que dinamiza las economías, y combatir la desigualdad. Lo demás solo nos llevará a empobrecernos y a agudizar los efectos letales de la crisis sobre el empleo e incluso la rentabilidad empresarial.

miércoles, 11 de marzo de 2009

¿Keynesianismo?

En la clase de Innovación y Desarrollo de esta semana, hemos profundizado en el libro clásico de Piore y Sabel “La segunda ruptura industrial” (1986) por la relevancia que tiene hoy en día. La crisis ha puesto de manifiesto que no ha llegado el fin de la historia, sino que el sueño que parecía interminable ha acabado en drama. Ahora se vuelven a poner sobre la mesa modelos económicos alternativos al de los últimos 30 años. Piore y Sabel se refirieron a dos modelos en particular: al keynesianismo internacional y a la especialización flexible. Hoy, tras décadas de neoliberalismo, las élites no tienen más remedio que volver a pensar en el keynesianismo como una de las posibles opciones para salir de la crisis. La revista The Economist ha abierto un debate sobre el keynesianismo entre dos “expertos” y los lectores que quieran participar (con elementos manipuladores, como suelen hacer, que empiezan en el propio título del tema de debate).

Según la propia publicación: The Economist is written for a global audience of senior business, political and financial decision-makers (…) Hugely influential, The Economist's readership has grown to four million and includes many impressive names from among the world's opinion leaders. Habrá que tener en cuenta lo que piensan tanto los contertulios profesionales como los usuarios, aunque es más recomendable leer el Financial Times. Esta es la información sobre el debate:

http://www.economist.com/debate/days/view/276

Online debate: Keynesianism

Our latest debate has just started. We want to know whether you think governments should be attempting to spend their way out of the financial gloom.

The proposition is: "This house believes that we are all Keynesians now."

Our moderator, Patrick Lane, Deputy Business Affairs Editor of The Economist, explains why you should get involved:

"As economies around the world have tumbled into recession, Keynesian ideas have enjoyed a new lease of life. Conventional monetary policies seem to have reached their limits, and more and more governments have turned to looser fiscal policies. Are they right to do so—and if they are, should they be cutting taxes or bulking up public spending? And what might Keynes have had to say about it all?"

Debate schedule:

• March 10th – Opening statements and voting begins
• March 13th – Rebuttals. Have your say on the issues so far, and vote
• March 18th – Speakers' closing arguments. Post your final comments and vote for your winner
• March 20th – Debate winner announced

lunes, 9 de marzo de 2009

Trailer de The Corporation

Autogestión, innovación y desarrollo en el 36

En la clase de Innovación y Desarrollo de esta semana, el profesor Roberto Carballo ha hecho un breve comentario a nuestro grupo sobre la revolución anarquista del 36 en España. Me ha hecho pensar en los acontecimientos de entonces y en su relación con el curso y no puedo más que afirmar que aquello fue un ejemplo paradigmático de Innovación que, sin duda, contribuyó al desarrollo social (hasta que los estalinistas y fascistas acabaron con ella).Por la impresión que tengo, la mayor parte de los alumnos no estamos interesados en trabajar para grandes corporaciones, sino que la tendencia es hacia el trabajo en proyectos de desarrollo local y comunitario, en proyectos educativos y de concienciación y otros proyectos de índole social. Además, todos ponemos mucho énfasis en los procesos participativos, en la horizontalidad y en las interacciones comunicativas fluidas, democráticas y multipolares. En este contexto, creo que puede ser interesante conocer un poco un ejemplo práctico a gran escala que nos proporciona la historia de un proceso de cambio social basado en la en la horizontalidad y en la democracia profunda (es decir, la directa y participativa y no, la representativa que generalmente ni si quiera representa). Obviamente, este proceso no estuvo exento de problemas y contradicciones, pero es un caso singular en la historia en el que destacó la autogestión, el autocontrol y la coordinación económica y social sin la mediación de poderes estatales o corporativos. A continuación copio alguna información procedente de Wikipedia que permitan un primer acercamiento a los métodos y patrones de organización y a los resultados que se obtuvieron:

La colectividad, en España, era cada una de las instituciones económico-sociales que inspiradas en los principios anarcosocialistas se formaron durante la situación revolucionaria que acompañó a la guerra civil en diversos puntos de la geografía española. Dos de los casos más conocidos fueron las empresas colectivizadas en la ciudad de Barcelona y las colectividades agrarias de Aragón. En Barcelona las colectividades ejercieron un papel empresarial similar a las cooperativas de autogestión. Servicios de la ciudad como los transportes urbanos fueron gestionados por colectividades, incluso lugares como hoteles, barberías, y restaurantes fueron colectivizados y administrados por sus trabajadores.

Tras el inicio de la guerra, gran parte de la economía de España fue puesta bajo control obrero por medio de colectividades, en bastiones anarquistas como Cataluña, la cifra alcanzó el 75%, pero fue inferior en las zonas con una fuerte influencia socialista y marxista. Las fábricas se gestionaron a través de comités de trabajadores (este sistema permitió bajar las tarifas de algunos servicios y subir los salarios más bajos); y las explotaciones agrarias se convirtieron en zonas colectivizados y ejecutaron como comunas agrícolas. El algunos casos el dinero estatal se sustituyó por vales de trabajo.

Las recién "liberadas" zonas de trabajo se rigieron bajo principios anarcosocialistas, las decisiones se realizaron a través de consejos de los ciudadanos evitando la burocracia formal.”

Las comunas fueron usadas de acuerdo al principio básico de «De cada uno de acuerdo a su habilidad, a cada uno de acuerdo a su necesidad». En algunos lugares, el dinero fue totalmente eliminado, para ser reemplazado por vales. Bajo este sistema, el costo de los bienes era con frecuencia un poco más de un cuarto del costo anterior. Las áreas rurales incautadas y colectivizadas durante esta fase de la revolución oscilan: más del 70% en Cataluña, cerca del 70% en el Aragón reconquistado, el 70% en la provincia de Badajoz, el 58% en Castilla-La Mancha, el 49% en la Andalucía no sometida a los militares insurrectos, y cerca del 13% en la actual Comunidad Valenciana.

En la industria catalana los sindicatos obreros de la CNT se hicieron con numerosas fábricas textiles, organizaron los tranvías y los autobuses de Barcelona, implantaron empresas colectivas en la pesca, en la industria del calzado e incluso se extendió a los pequeños comercios al por menor y a los espectáculos públicos. En pocos días el 70% de las empresas industriales y comerciales habían pasado a ser propiedad de los trabajadores en aquella Catalunya que concentraba, por sí sola, dos tercios de la industria de España.

A pesar de las críticas que clamaban por la máxima eficiencia, las comunas anarquistas producían más que antes de ser colectivizadas[cita requerida]. Las zonas liberadas recientemente trabajaron sobre los principios libertarios: las decisiones eran tomadas a través de concilios de ciudadanos comunes sin ningún tipo de burocracia (cabe mencionar que el liderazgo de la CNT-FAI en este periodo no fue tan radical como los miembros responsables de estos drásticos cambios).

Sumado a la revolución económica, existió un espíritu de revolución cultural y moral: los ateneos libertarios se convirtieron en lugares de encuentro y auténticos centros culturales de formación ideológica, en los cuales se organizaban: desde clases de alfabetización, a charlas sobre sanidad, excursiones al campo, bibliotecas de acceso público, representaciones teatrales, tertulias políticas o talleres de costura. Se fundaron numerosas escuelas racionalistas, que ampliaron la oferta ya existente en ateneos y centros sindicales, en las cuales se llevaban a cabo los postulados educativos de Ferrer y Guardia, Mella, Tolstoi o Montessory. Igualmente, en el terreno social algunas tradiciones eran consideradas como tipos de opresión, e igualmente la moral burguesa era vista como deshumanizante e individualista. Los principios anarquistas defienden la libertad consciente del individuo y el deber natural de solidaridad entre los seres humanos como herramienta innata de progreso de las sociedades. Así durante la revolución por ejemplo, a las mujeres se les permitió abortar en Cataluña, la idea del amor libre consensuado se hizo popular y hubo un auge del naturismo. De alguna manera, la liberación fue similar a la de los movimientos de la «[[Nueva Izquierda]» de la década de 1960[cita requerida] con la diferencia que esta moralidad fue hegemónica, la siguiente máxima podía indicar lo vivido en este periodo: "La utopía libertaria se hizo realidad".

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George Orwell escribió su “Homenaje a Cataluña” en medio de todos estos cambios radicales. En el libro comenta cosas como:

“Yo estaba integrando, más o menos por azar, la única comunidad de Europa occidental donde la conciencia revolucionaria y el rechazo del capitalismo eran más normales que su contrario. En Aragón se estaba entre decenas de miles de personas de origen proletario en su mayoría, todas ellas vivían y se trataban en términos de igualdad. En teoría, era una igualdad perfecta, y en la práctica no estaba muy lejos de serlo. En algunos aspectos, se experimentaba un pregusto de socialismo, por lo cual entiendo que la actitud mental prevaleciente fuera de índole socialista. Muchas de las motivaciones corrientes en la vida civilizada —ostentación, afán de lucro, temor a los patrones, etcétera— simplemente habían dejado de existir. La división de clases desapareció hasta un punto que resulta casi inconcebible en la atmósfera mercantil de Inglaterra; allí sólo estábamos los campesinos y nosotros, y nadie era amo de nadie”.

“Camareros y dependientes miraban al cliente cara a cara y lo trataban como a un igual. Las formas serviles e incluso ceremoniosas del lenguaje había desparecido. Nadie decía "señor", o "don" y tampoco "usted"; todos se trataban de "camarada" y "tú", y decían ¡salud! en lugar de buenos días”. (Wikipedia)

Por citar dos autores, Enzensberger y Chomsky se han referido a los acontecimientos del 36, pero la realidad es que no se suele conocer ni dar demasiada relevancia a lo que pasó. Este texto de Chomsky es de gran interés porque muestra cómo los intelectuales de tradición liberal han minimizado la importancia de los procesos democratizadores contrarios a sus intereses burgueses como la revolución española, siendo éste un caso ejemplar de “subordinación contrarrevolucionaria”. Señalo esto porque como comunicadores, más o menos profesionales, creo que una de nuestras labores es dar a conocer las realidades sociales que consideramos valiosas y que generalmente tratan de ser ocultadas.

Puede parecer utópico, pero a pequeña escala la autogestión democrática ha funcionado y, en España, a gran escala durante bastante tiempo hasta que los estalinistas y fascistas acabaron con ella.

Y todo esto sin Internet.

jueves, 26 de febrero de 2009

Comentario de noticia: desglobalización

Turning their backs on the world

http://www.economist.com/world/international/displayStory.cfm?story_id=13145370&source=hptextfeature

Este artículo fue publicado recientemente por la revista The Economist y tiene relación directa con lo que vimos el primer día de clase de Innovación comunicativa con Omar de León. Según vimos, en el período de posguerra (2ª Guerra Mundial) la economía mundial adoptó el paradigma keynesiano, caracterizado por un papel redistributivo del Estado y unas economías semi-cerradas. El modelo de desarrollo de este periodo se basó en el fordismo: producción masiva, consumo masivo y estimulación masiva para la venta de productos de consumo duraderos e indiferenciados. Sin embargo, a mediados de los 70 se produce una crisis de sobreproducción (o sub-consumo) debido a que el nivel de producción supera ampliamente al número de productos que se quedan obsoletos y que, por tanto, tienen que ser substituidos. La demanda cae, baja el consumo y la economía basada en la venta masiva de productos duraderos se satura. Para superar esta crisis, se abren las fronteras comerciales, se desregula el mercado, se liberalizan sectores y, en definitiva, se da el pistoletazo de salida a la era que ha venido a conocerse como globalización. El paradigma productivo cambia radicalmente. Se sigue la estrategia comercial de la segmentación de mercados, con una importancia vital del marketing y la diferenciación del público objetivo en función de características psico-sociológicas. También se produce la separación de costes-precios y una descentralización productiva. En este periodo, la economía productiva es sostenida por las PYMES que, sin embargo, están subordinadas a las grandes transnacionales que se convierten, esencialmente, en gestoras y adquieren un poder inusitado.

Desde los años 80 hasta hoy ha predominado este paradigma productivo, que ha sido ahora puesto en duda por la crisis económica mundial. Lo que vendrá, aún se desconoce, pero todo parece indicar a que los fundamentos de la economía durante estos 30 años han sido agitados de tal manera que la economía mundial está dando un giro importante. Algunas voces autorizadas como Immanuel Wallerstein (La Jornada lo traducirá dentro de poco) dicen que estamos en el inicio de una depresión más profunda que no se sabe cuánto durará, y que, seguramente, el mundo y modelo económico en el que vivamos dentro de 30 años será muy distinto al de ahora.

En el actual escenario de crisis, lo lógico y necesario sería la adopción de alguna forma de keynesianismo o neo-keynesianismo que evite, en la medida de lo posible, el conflicto social, y que mediante políticas redistributivas consiga que los que siempre han consumido y ahora han dejado de consumir, tengan el suficiente nivel adquisitivo como para que la demanda aumente de nuevo. Sin embargo, no está claro que esto esté ocurriendo: la mayor participación del sector público sigue patrones que están más relacionados con el llamado neoliberalismo que con el keynesianismo (Ver Vicenç Navarro). También cabe esperar una mayor regulación y control sobre los mercados, sobre todo los financieros, pero tampoco se han dado pasos significativos en esa dirección.

De momento, en lo referente al cambio de paradigma económico lo que se pude constatar es un nuevo proceso de desglobalización (término que según The Economist ha sido acuñado por el economista Walden Bello). José María Tortosa se ha referido a este proceso de desglobalización centrándose en tres ejes nucleares de lo que ha sido la globalización: el proceso histórico de expansión económica internacional, la ideología o manera en que se entiende el mundo en esta era y, por último, las recetas político económicas conocidas como el “consenso de Washington”. Según Tortosa, este modelo ha entrado en crisis por las siguientes razones:

“El proceso de expansión porque se han alcanzado los límites geográficos, sociales y ecológicos. Ya no hay manera, en la práctica, de resolver problemas internos del sistema mundial recurriendo a ulteriores expansiones, incorporación de nuevos territorios, salarización, extracción de materias primas y contaminación del medio ambiente. Desde ese punto de vista, el sistema estaría muriendo de éxito, aunque es pronto para afirmarlo con certeza. La visión del mundo que se acompañaba con el TINA de Margaret Thatcher (“There Is No Alternative”, no hay alternativas) tiene ahora alternativas claras, algunas más fuertes (las de los neoconservadores) y otras más débiles (como las representadas por los Foros Sociales, el “altermundialismo” y algunas experiencias latinoamericanas actuales). Efectivamente, ya no se puede negar que “otros mundos son posibles” (y el uso del plural es consciente). Finalmente, el llamado “consenso de Washington” (denominado así porque era el conjunto de políticas que emanaban del centro hacia la periferia), ha perdido aceptación, en particular a partir de las políticas puestas en práctica por países centrales y países emergentes (en algunos periféricos ya se estaba haciendo) en el contexto de la crisis financiera iniciada en 2007 y que se ha ido extendiendo a las economías más ligadas a la estadounidense. El proceso de globalización se ha detenido, la visión del mundo “global” ha sido desafiada con relativo éxito y las políticas del “consenso de Washington” pasaron a la historia”.

Según The Economist, “The integration of the world economy is in retreat on almost every front”. El artículo, muestra con muchos datos que la integración global de los movimientos de bienes, capital y trabajo está dando marcha atrás. Según los datos que muestra esto es innegable. También se ejemplifica que hay algunos síntomas de vuelta al proteccionismo, aunque según afirma, no es un fenómeno que apunte a consolidarse. En mi opinión, esto no es del todo correcto. En las reuniones del G-20 se afirma que hay que evitar el proteccionismo (la ideología del libre mercado es contraria al proteccionismo, a pesar de que los países del centro lo han sido, a la par que su discurso lo condenaba y obligaban a los países de la periferia a no serlo). No obstante, estamos asistiendo a un aumento de las subvenciones a las empresas del país propio, y también a la promoción del consumo de productos nacionales (recuérdese las palabras del Ministro de Industria español o el “buy American”). Parece ser que se va a producir una continuación de lo que ha estado sucediendo hasta ahora, consistente en que los países del centro defienden sus intereses con políticas proteccionistas, mientras se trata de imponer a la periferia medidas de “libre mercado”.

Además, el desarrollo económico dependerá no sólo de lo que suceda a nivel macro, sino, más importante aún, de las políticas nacionales y regionales de desarrollo territorial, con las PYMES, en el centro del desarrollo. Si no está claro, cómo va a evolucionar el modelo macro-económico global, está aún menos claro cuál será el modelo productivo que vayan a adoptar las empresas en su afán de salir de la crisis.

En la sutil mezcla de información e ideología (la del establishment), The Economist mantiene que “la globalización” no ha terminado porque está protegida por la confianza en la eficiencia de las corporaciones que operan como cadenas de proveimiento global y, asegura que resultaría muy peligroso si las corporaciones deciden que esta manera de organizar la producción ya no es válida. Esta es la voz de los intereses del establishment. No sé si se equivocan desde su punto de vista, pero en cualquier caso, falta por ver qué es lo que sucede en los años venideros.

Resumiendo la situación actual, se puede decir que el status quo requiere la implantación, al menos, de ciertas formas de neo-keynesianismo orientadas al aumento de la demanda para salir de la crisis y de un modelo de desarrollo empresarial distinto. Se puede constatar ya un fracaso del modelo “globalizado”, con una disminución notable en los flujos globales de distinto tipo, un resurgimiento del Estado-nación, un mayor proteccionismo a nivel nacional, la existencia de alternativas al liberalismo en la práctica y en la teoría y la substitución paulatina del modelo unipolar con EEUU en el centro, por un mundo multipolar con distintos centros.

Todos aquellos interesados en saber hacia dónde se dirige el mundo y, como en el caso de los alumnos de esta asignatura, en llevar a cabo proyectos de desarrollo y/o educativos, tendrán que estar pendientes de los acontecimientos de los próximos años para ser conscientes de las posibilidades y los límites que ofrecerá el nuevo escenario mundial.

lunes, 23 de febrero de 2009

Cementerio nuclear en Yebra

La semana pasado estuve hablando en la universidad con un pequeño ganadero sobre el plan para instalar un cementerio de residuos radioacivos en su pueblo, Yebra. El hombre fue a la Facultad de Ciencias de la Información, esperando que le ayudásemos a difundir la noticia ya que, según decía, distintos medios de comunicación (y de distinto signo político) le habían respondido que la noticia no interesaba y, además, los habitantes del pueblo tienen pocas posibilidades de dar a conocer su preocupaciones por falta de acceso a Internet y otras tecnologías. En fin, a continuación está el texto que repartía. No estaría de más que alguien fuese capaz e proponer un plan de actuación urgente y, por si la instalación del cementerio prospera (como parece ser), otro plan de recuperación y desarrollo. ¿Ideas?